(1879-1950)
(Amanecer en Curepto. Cerro El Chivato.) |
LA MISERIA NUEVA
I
Sutil y extrañamente
tengo el ánimo herido,
como si los dolores
de otros hombres
en mí se hubieran recogido.
La montaña que baja
a bañarse en el río
muestra un cansancio tan humano,
que pone en el espíritu un estremecimiento…
Un estremecimiento que solamente
es el recuerdo vivo
de las viejas leyendas de la sierra,
de los cantos del río,
de una paz, hoy extinta en los senderos,
de una miseria nueva que ha venido.
Un estremecimiento,
dolor de otros espíritus,
que flota en la montaña
y anda por los caminos…
No tiene voz,
y se oye en los breñales su alarido.
II
Y es un grito profundo
que se extiende a lo lejos,
que se oculta en las piedras
y tiembla en los esteros.
Una miseria nueva
prendió en las hondonadas y en los cerros,
arrasó los sembrados
y los rebaños y los huertos.
El pobre se hizo miserable
y el miserable, bandolero!
Hay espanto en los ojos
de los niños labriegos
que oyen a media noche
clamores homicidas en el viento.
Hay espanto en los ojos de las madres
que ya no arrullan con su canto el sueño
del hijo, atormentadas
por la vida sin término.
Hay espanto en los árboles
que ya no sienten el afecto
de aquellas manos buenas que les daban
el agua en cántaros morenos.